

El documental, dirigido por R. J. Cutler, bate récords en el mundo del cine independiente, en el Festival de Sundance y en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Se centra en la figura de Anna Wintour, editora de la Revista Vogue.
Wintour, camuflada bajo unas gafas de sol, de melena a lo Louise Brooks, elegante a más no poder, todo-poderosa, despótica y sobradamente ridiculizada por Merryl Streep en El diablo viste a la Moda (Prada), lleve años al frente de la influyente revista Vogue y ha permitido que una cámara la siga en su trabajo, en su casa (las declaraciones de su hija son lo mejor de la película), en los desfiles de moda y en la producción de reportajes en París y Roma.
Precisamente Anna Wintour fue, según cuentan en el documental, la que instauró que fueran celebritys quienes también llenaran las portadas de Vogue, donde hasta entonces sólo se lucían top-models.
Quizás lo mejor de la película sea que nos permite ser testigos de la rivalidad entre la jefa y su mano derecha, la soledad de la primera en su imponente auto con chófer o cómo se da tanta importancia a un asunto -la moda- que no deja de ser algo superficial, frívolo, coyuntural y, creo, sobrevalorado en nuestra sociedad de consumo.
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